
Madrid-Berlín, un eje engrasado entre marismas
El fin de semana en Doñana entre Pedro Sánchez y Angela Merkel resucita un viejo idilio: el de los presidentes socialistas con los cancilleres alemanes. Felipe González fue el precursor al desarrollar con Helmut Kohl una "amistad largamente trabajada", tal como la calificó durante el funeral del padre de la reunificación alemana. Sánchez trata de reeditar este vínculo buscando, como su antecesor, la complicidad de la primera potencia europea.
Sánchez ha elegido el Palacio de las Marismillas para sus vacaciones de verano. González, en cambio, prefirió alojarse en el Palacio de Doñana, un cortijo andaluz que alberga la Estación Biológica del CSIC. La química personal facilita los acuerdos políticos. Es de manual. En el almuerzo de trabajo entre Sánchez y Merkel se sirvieron langostinos de Sanlúcar y manzanilla. González encandiló a Kohl durante su cita en Doñana en febrero de 1989 a base de platos de jamón y un paisaje macerado por las marismas, las dunas y los pinares.
Este tipo de encuentros informales, alejados de la agenda y el trabajo previo de las cumbres bilaterales, permiten allanar posturas en cuestiones políticas medulares. Sánchez persigue el respaldo de Merkel en materia de inmigración de la misma forma que González encontró en Kohl un valedor de la integración europea y Rodríguez Zapatero se apoyó en Gerhard Schröeder para devolver a España al "corazón de Europa", tras la guerra de Irak y el viraje proatlántico de su predecesor.
El cultivo del eje Madrid-Berlín fue clave para la ampliación de la UE. También para la consolidación del PSOE como alternativa de Gobierno durante la Transición, tras recibir la cobertura política y económica del Partido Socialdemócrata alemán (SPD). Ya desde La Moncloa, fue el propio González el que ensayó una fructífera y duradera alianza con el democristiano Kohl, quien en 1983 protagonizó el primer gesto decidido en favor de la ampliación de la entonces Comunidad Europea hacia el sur en el Consejo Europeo celebrado en Stuttgart. Posteriormente, se erigió en un baluarte del presidente español para ganar las elecciones de 1993.
El vínculo volvió a engrasarse con la llegada de Zapatero a la Presidencia. La guerra de Irak dejó hecha añicos las relaciones de Madrid con sus principales socios europeos. De ahí que tanto el presidente francés Jacques Chirac como Schröeder, que había sido uno de los primeros mandatarios internacionales en felicitar a Zapatero por su elección como secretario general del PSOE, recibieran con los brazos abiertos al líder socialista después de su victoria electoral en 2004. Alemania se consolidó entonces como el segundo socio comercial y el principal suministrador de España.
Aznar había chocado con el cancanciller por la intervención iraquí, pero también por las escasas adjudicaciones a Siemens en el AVE Madrid-Barcelona. Aunque sin llegar a trenzar amistad, Zapatero y Schröeder limaron asperezas entre ambos países en materias sensibles. Sánchez y Merkel no han tenido tiempo aún de hacerse amigos. Pero, en vísperas de su viaje a Doñana, el SPD -socio de gobierno de Merkel- exhortó ayer a "demostrar solidaridad" con España en la política migratoria. La conexión alemana sigue siendo un puntal para el PSOE.